viernes, 20 de julio de 2007

Ya está acá

En determinado momento de nuestras vidas hombres y mujeres comenzamos a percibir ciertas señales que nos evidencian lo que ya sospechamos: que la humanidad nos considera adultos.
Con más o menos sutileza los signos nos acechan, están ahí siempre pendientes y prestos a pegarnos con su látigo. A veces se presentan en forma de “yanopuedo” y otras en “ahorasípuedo”, dos clasificaciones que contemplan experiencias generales ¿quién no tiene algún ítem para incluir en estos listados?
Pero, además, cada uno tiene una serie de señales de vejez que considera personales. Yo, por ejemplo, hace un tiempo que reconozco tres señales claras. La primera fue cuando se me ocurrió reunir a mis compañeros de escuela primaria. Por suerte soy bastante vaga como para andar organizando encuentros de este tipo así que la idea quedó únicamente en eso. Pero que la cuestión no se haya materializado no significa que el fantasma de la edad no hubiese estado presente....sí estaba, desde el momento en que pensé que juntarme con 30 personas que no veo desde los 12 años y que en la mayoría de los casos no me acuerdo ni de los nombres ni de las caras podía ser divertido.
La segunda señal es cuando el “señora” comienza a ser más frecuente que los otros términos existente en el idioma español para nombrar a una persona de género femenino. Y acá la cuestión se complica cuando quienes lo utilizan son tus pares, porque que lo diga un niño de 10 años no es graaannnn problema; para ellos cualquiera que tenga más de 20 es “señor o señora” pero que la madre-de-ese-nene-que-seguramente-tiene-más-años-que-yo-le-diga-al-nene-“nene-pedile-discupas-a-la-señora-...es fuerte. ¿Cuándo y dónde perdí mi derecho a ser llamada chica, joven, mujer, adulta- joven, guacha, pendeja, botija, minita?
Y por último (por ahora) aparece el síndrome del enseñame.Esto es cuando los menores de 24 años intentan “levantarme” y yo me río y les digo que son “chiquitos e inexperientes” sólo para histeriquear un rato y ahí ellos se ríen y en plan de seductores lanzan el “enseñame”... entonces yo vuelvo a reír pero me doy cuenta que lo dicen en serio y que acabo de recibir , así, en forma de pendejito baboso, otra señal de mi vejez